El ganchillo y yo

Siempre surge la pregunta, Hace cuanto tejés? A veces leo a otras tejedoras, que responden desde que tengo x cantidad de años, o hace x años y por mi mente sólo se cruza "No tengo ni idea!!" Sólo me recuerdo con mis dos agujas, los bollitos de lana y esas bufandas que comienzan con veinte puntos, y luego mágicamente van saltando por treinta puntos, quince, vuelven a veinte, destejer y arrancar de nuevo. Nunca fui de soportar mucho saber que estaba mal y seguir adelante, y si, más de destejer y reparar el error.

Quien me enseñó a tejer? mi madre, ella era la de las dos agujas, y solía tejernos pullovers en invierno, cuando le quedaban pequeños a mi hermana más chica, eran mi material de trabajo. 

Siempre disfruté de hacer cosas raras como una manga rayada y una lisa (aclaro, en tiempos donde esto generaba horror entre las personas respetables jajajaja), un dibujo sobre un lado del frente y otro en la espalda o cosas extrañas. Me aburrían mucho los tejidos lisos, así que todo debía tener algún diseño que me motivara a alcanzar el número de hileras correspondientes y de paso, mezclar todos los hilados que tenía a mano.

Siempre un pullover que le hice a mi hija cuando tenía más o menos seis años. Había guardado una tarjeta que me obsequiaron para mi cumpleaños con un gatito tricolor jugando con un Diente de León, lo plasmé sobre las hojas cuadriculadas para definir la cantidad de puntos por color, y lo tejí de frente y de espalda, cómo no tenía puño ni cintura, lo usó hasta que no le entro más el cuerpo.

Yo también me hice uno, con agregados de montones de colores tejidos según iban quedando, hoy hubiera generado la envidia de Harry Styles, pero en ese momento generó millones de burlas jajaja, igual lo usé. 

Pero volviendo al crochet, un día llegó a mis manos una revistita de crochet, "vos que tejés, tenía esto en casa" el ganchillo para mi hasta ese momento servía para unir las partes de los tejidos, pero de repente me encontré entre carpetas y visillos. Guauuu!!! que belleza, que delicado!!!

Busqué un hilo finito, consulté por la aguja y luego de averiguar al comienzo de la revista que representaba cada símbolo, estaba tejiendo mi primer carpetita de 10 cm. Que emoción, y que alegría que todos estos símbolos me resultaran más fáciles que recordar cual era la latitud y la longitud.

Mi siguiente proyectos del libro mágico fue un visillo de mariposas, ah si, no me andaba con chiquitas, simplemente arranqué, sin tener en cuenta hilos, tamaño, tanto así que un cuarto del segundo visillo me quedó de diferente blanco, claaro!!! variaban los tonos!!! Es que siempre usé destejidos!! pero no me importó, las teñí con té y listo, solucionado!

Así el ganchillo y yo nos hicimos mejores amigos, todo se volvió más fácil, y todo era ganchillo, gorros, boinas, bufandas...

Por un tiempo bastante largo nos apartamos, las obligaciones no me daban tiempo para tejer, y tampoco por mi cabeza pasaba la idea de tomarlo como trabajo, simplemente, no se me ocurrió. Para alguien que crece escuchando que tejer es un hobby, no un trabajo (y que aún lo escucha) creí que estaba bien, posponer lo que me gustaba por lo que debía.

Al fin nos reencontramos el ganchillo y yo, y unimos nuestro camino en los amigurumis, (y aclaro, luego del clásico osito de prueba, mi primer amigurumi fue el pokémon Psyduck, si vamos a arrancar va con todo jajaja)

Mi salud me jugó una mala pasada, y muy mala debo reconocerlo, llegué a un punto donde sostener la aguja se me hacía igual a levantar veinte kilos con un dedo. No me quedó otra que disfrutar de verlos dando vueltas por allí sin poder tejerlos.

Tardé un poco más de lo que podría haber tardado si lo hubiera encarado diferente o tenido la información necesaria para proyectarlo como un emprendimiento, crecí bajo el concepto de que las personas que trabajan son las que asisten a su trabajo y reciben un pago, tejer en pijamas, hacer lo que te apasiona no cumplpia el requisito. Difícil? totalmente! Nadie dijo que iba a ser fácil! Más aún cuando el comenzar desde cero incluye más que el emprendimiento, también el hogar, la vida, uno mismo que debe levantarse y caminar, sólo que esta vez hay más energía de la buena flotando en mi universo, y aunque me cueste, aunque tenga días que mis manos desearían no moverse, y siga escuchando las frases de desaliento, elijo escuchar las buenas, las que acompañan y me quedo con ellas.

Por eso me decidí a estar acá, porque  creo que el miedo a lo nuevo está siempre, y no hay nada mejor que superarlo, y saber que hay personas alrededor dispuestas a compartirte sus historias y sus experiencias y todo lo que pueda servir para seguir avanzando.

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